Esta semana nos hemos enterado de que diez millones de botellas de vino español podrían haber sido vendidas como vino francés, una estafa denunciada por la Dirección General de la Competencia francesa. Te contamos otras grandes estafas con el vino como protagonista.
Es innegable que las villanías nos atraen desde el principio de los tiempos: ciertos personajes que no siguen la norma despiertan en nosotros una simpatía irracional. Es el caso de los embaucadores de la saga Ocean’s Eleven -que los carismáticos Brad Pitt y George Clooney lideren esa inolvidable cuadrilla de truhanes ayuda a que no veamos con peores ojos sus fechorías-, o de la imprescindible La gran estafa americana -con ese halo de glamour setentero que rodea a sus protagonistas, entrañables perdedores-. Como hemos escuchado en innumerables ocasiones, hay veces que la realidad supera a la ficción, y el mundo del vino está rodeado de grandes fraudes dignos de figurar en un taquillazo hollywoodiense.

En algunos casos, estos vinos españoles podrían haber sido etiquetados como “Vino de Francia” o con una Indicación Geográfica Protegida, un engaño claramente visible; en otros casos, la mención del origen del vino podría aparecer de forma confusa, camuflada entre ciertos elementos que podrían asociarse fácilmente al país vecino: una flor de lis, o incluso la expresión “Produced in France”. La usurpación de una indicación geográfica protegida francesa y la atribución de un falso origen pueden conllevar penas económicas y de prisión, y el caso ya está en manos de la Justicia. Aunque este engaño no es especialmente épico (sino más bien chapucero), sí nos ha recordado otras dos grandes estafas que bien podrían haber seducido a Steven Soderbergh o David O. Russell.

Cuando Koch se dio cuenta de que no eran auténticas -al ir a exponerlas al Museo de Bellas Artes de Boston y pedir el certificado de autenticidad a la Fundación Thomas Jefferson, le dijeron que nunca habían pertenecido al político-, inició una cruzada para desenmascarar al ingenioso falsificador con la colaboración de un agente del FBI retirado. El impostor fue denunciado -los grabados de las botellas habían sido hechos con un taladro eléctrico similar a los utilizados por los dentistas-, la historia fue contada por Benjamin Wallace en su novela The Billionaire's Vinegar: the Mystery of the World’s Most Expensive Bottle of Wine, y la gran estafa vinícola se convirtió en best-seller con todas las papeletas de transformarse en taquillazo… con final abierto.

Otra maravillosa estafa palomitera es la protagonizada por el millonario indonesio de origen chino Rudy Kurniawan -Sour Grapes es el genial documental sobre su vida, y se puede ver en Netflix-, quien también fue en parte desenmascarado por Bill Koch. Este embaucador nato tenía una “bodega envidiable”, “de las mejores del mundo”; un exquisito gusto y un ingenio extraordinario. En su cocina de Arcadia (California) elaboraba deseadísimos vinos de Burdeos y Borgoña, entre ellos el mito borgoñón Domaine Romanée-Conti -¡“compró” y “vendió” tantos que se ganó el apodo de Dr. Conti!-.
Lo cierto es que aquellas “exclusivas rarezas” de fabricación casera presentaban una evidente dificultad a la hora de ser desenmascaradas: los vinos tan caros -Kurniawan llegó a vender vino en una subasta por valor de 24.7 millones de dólares- están al alcance de muy pocos bolsillos, y quienes pueden permitírselos suelen hacerlo por afán de coleccionar, más que para paladearlos. Los problemas para Kurniawan llegaron con la aparición de cosechas sospechosas -es el caso de los Clos Saint Denis del Domaine Ponsot de añadas anteriores a la década de los 80, que provocaron el desconcierto de Laurent Ponsot-, y con la entrada en acción de nuestro viejo conocido y tremendamente suspicaz Bill Koch, quien también empezó a desconfiar de algunas etiquetas que le había comprado y comenzó a seguirle la pista. El 8 de marzo de 2012 fue detenido por el FBI y condenado en 2014 a 10 años de prisión en el fraude vinícola más sorprendente y disparatado jamás visto.
La Historia nos revela que las estafas en el mundo del vino se han sucedido desde la antigua Roma, lo cual no deja de provocarnos un considerable asombro. Y algunas de ellas, hasta cierta fascinación confesable.